Ayer comenzó la segunda edición del festival de cine independiente estadounidense Americana, que me perdí el año pasado por motivos que no vienen el caso. Vaya por delante qué, simplificando, no soy el mayor fan del cine independiente de EEUU en un contexto general, pero hoy en día probablemente uno no sea fan de ningún género, corriente o cinematografía per se. Como en todos los tipos de cine, sean de alto, de medio o de bajo presupuesto, el cine independiente estadounidense se mueve en géneros, predominando el drama pero con espacio para el humor e incluso el terror que ha experimentado una eclosión los últimos años. Dentro de esos géneros nos podemos encontrar obras apreciables y cerrarse a disfrutar un tipo de cine a menudo nos puede hacer perder maravillas o incluso simplemente pasar ratos entretenidos. Despreciar todo el cine "indie" sería tan absurdo como despreciar todo el cine "mainstream" por el simple hecho de ser lo que son y moverse en sus corrientes y sus lugares comunes. Quizás una de los alicientes de este cine más alejado de los cánones de la industria sea una cierta libertad, más atenuada en algunos casos y más liberada en otros. Y estoy seguro que en este Americana nos vamos a encontrar películas de todo tipo porque la programación sin duda estará cuidada sabiendo quienes están detrás de ello.
La encargada de inaugurar la películas, tras los consabidos parlamentos del presentador del evento, así como el representante de Movistar, la consul de los Estados Unidos, máximos patrocinadores y los directores del festival, Josep Machado y Xavi Lezcano fue Before I Disappear, dirigida, escrita y protagonizada por Shawn Christensen, en un auténtico yo me lo guiso y yo me lo como, y basada en su propio corto Curfew. Pero antes de que empezará y en colaboración con Filmets de Badalona se proyectó el corto musical Today's the Day, en el que un joven becario de una agencia de baile intentan encontrar el valor para hablar con el dueño y presentarse a la prueba para bailarín. Este corto nos demuestra como podemos pasar en 13 minutos de la genialidad a parecer un anuncio de Coca-Cola y a volver a subir. Con un mensaje positivista de que los sueños se pueden cumplir si pones empeño y luchas por ello al más puro estilo americano realmente no molesta y su factura técnica y coreografías son dignas de alabar.
Y con Before I Disappear, tenemos la historia de un tipo en apariencia mundano que planea suicidarse tras una dolorosa ruptura pero que en el momento culminante recibe una llamada de su hermana tras cinco años, pidiéndole que se ocupa de la hija de esta durante unas horas. A partir de ese momento Richie, el personaje interpretado por Christensen, en una ajustada interpretación, inicia un viaje de reencuentro consigo mismo a partir de la relación que en unas horas establece con su sobrina, niña superdotada en apariencia, e inmerso en una trama que coquetea con el thriller y el humor pero que se demuestra más un drama vital sobre la perdida de las ganas de vivir de una persona que ha tirado su vida por el desagüe... o la ha dejado ir, así como en la fuerza del (des)amor y lo que uno está dispuesto a hacer por ese sentimiento, mostrado tanto en el personaje de Richie como en el de Gideon, cada uno a su manera. De hecho, la sensación que me queda es qué la relación entre él y la niña, es en cierta manera un catalizador y en otra simplemente un macguffin para explorar esas otras vías que interesa más al director /actor.
Al final nos queda una película perfectamente accesible para todo tipo de espectador y que sin duda y bajo mi humilde punto de vista es una acertada inauguración para el festival, muy importante esto para el devenir de los certámenes. Y aunque en determinados pasajes se dejan ver ciertos tics del cine "indie" y algunos aspectos de la trama no dejan de estar tratados de forma tangencial y pobre, así como cierta autocomplacencia estilística, el resultado final es francamente positivo, demostrando esa misma puesta en escena el talento del director que es aval para seguir su carrera en años sucesivos. Y por si fuera poco sale ¡Ron Perlman! que por sí solo es motivo de regocijo.
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