El sábado por la noche terminó con Junglee, producción india a mayor gloria de los pectorales de Vidyut Jammwal y dirigida por el estadounidense Chuck Russell, muy conocido en los ochenta y noventa por dirigir películas como Pesadilla en Elm Street 3 o La Máscara. En esta ocasión el director nos ofrece su veteranía pero el resultado final dista de tener ni un atisbo de personalidad y se limita a ser una funcional historia de acción con tintes ecologistas y animalistas ¿Entretiene? sí, sin duda, pero no ofrece absolutamente nada nuevo ni perdurable.
El domingo empezó con una maratón y la primera que se proyectó fue Saint Young Men, basado en el manga Las vacaciones de Jesús y Buda, que imagina como serían las vidas de estos dos personajes si vivieran en la Tierra y compartieran piso en el Japón actual. Compuesta por una sucesión de escenas inconexas el resultado final, más allá de un par de ellas, se antoja aburrido, pesado y bastante irritante a veces con un humor con el que personalmente no conecto y cada vez menos. Sin duda la peor película del festival este año.
A la siguiente película del maratón no asistí puesto que preferí ir a comer y centrarme en la esperada Golden Job. Y acerté puesto que es un regreso a los viejos tiempos del cine de acción de Hong Kong y a esas coreografías espectaculares de acción con un reparto repleto de grandes figuras como Ekin Cheng, Jordan Chan, Chin Ka-Lok, Eric Tsang o Yasuaki Kurata entre otros. Un grupo de amigos mercenarios deciden participar en un último golpe y robar un cargamento de medicamentos para ayudar a niños refugiados pero las cosas no saldrán como estaban previstas y la traición de uno de ellos cambiará su destino. Con esta premisa nos encontramos ante lo que es una habitual cinta de camaradería, amistad más cercana a sentimientos familiares y venganza. Y pensaremos ¿pero esto no se ha hecho antes? pues sí, y muchas veces, pero he aquí la diferencia entre una buena y una mala película. Cuando se hace bien incluso una historia mil veces contada puede sorprenderte o al menos transportarte a una manera de hacer cine y disfrutar de ello. Mención aparte toda la parte final con un espectacular asalto al castillo de los villanos.
Y para terminar tocaba el binomio Vicsudon/Tetsudon. En esta ocasión el concurso del festival para hacer cortos al estilo cutre de Tetsudon con Vic como telón de fondo fue bastante más flojo que el año pasado, aunque nos encontramos alguno divertido, sin duda. Pero comparados con el propio Tetsudon me parece que eran hasta buenos. Lamentándolo mucho debo decir que lo de Tetsudon como broma puede estar bien un rato pero no da más de sí y realmente aguantar los 75 minutos que dura debería ser merecedor de un premio o un diploma al menos.
Para terminar recordamos los premios de este año que fueron especialmente para la película indía Andhadhun, que consiguió los premios del Jurado (ex aequo con la china Spring Sparrow), el Gat de la Sort (del público) y de la la Crítica. Por desgracia no pude ver ninguna de las dos propuestas, pero apuntadas quedan en la agenda.
Y con esto nos despedimos hasta el Festival Nits del año que viene, que seguro volverá a ser un acontecimiento tan especial como lleva siendo ya casi dos décadas (como pasa el tiempo) ¡Larga vida al Festival Nits!