miércoles, 9 de noviembre de 2016

Crónica Festival de Cine Fantástico de Sitges 2016 - 4ª parte


Bill Plympton es otro viejo conocido del festival al que acude como siempre con su simpatía y una maleta llena de dibujos y DVD's para vender. Revengeance, a cuatro manos con Jim Lujan, se aleja algo de su universo habitual y nos trae una historia detectivesca y con ribetes políticos, al estilo de la animación undeground de los setenta estadounidense. Si bien funciona durante los primeros minutos, acaba derivando hacia un simple cliché alargado, con pequeños detalles destacables insertados a lo largo de la trama.

Cambio de tercio para Ti West con In a Valley of Violence, dejando su habitual aproximación al cine de terror para pasar al western. Un taciturno vaquero llega al pueblo equivocado, controlado por el sheriff local. Tras un incidente con el díscolo hijo del sheriff, el vaquero es expulsado del pueblo, pero es alcanzado y asaltado por el hijo y sus secuaces quienes matan a su perra y creen haber hecho lo mismo con él. A partir de ese momento el vaquero buscará venganza y asistiremos al típico desarrollo de este tipo de películas, con algo de salvajismo y un humor muy extraño, aderezado por una música no del todo adecuada para el tono de la película. Bastante denostada en Sitges, sin duda se trata de un producto para pasar el rato pero que no será recordado dentro de la filmografía del director. Lo mejor: la composión de John Travolta.


Otro de los fetiches del festival desde hace unos años es Rob Zombie, que también estaba invitado. 31 era una de las películas más esperadas del festival, sobre todo para los seguidores del cantante y director, pero que pasó con más pena que gloria en el global. Si bien es cierto que la película no brilla por su originalidad ni por su guión, posiblemente el más flojo de la filmografía de Zombie, nos encontramos con un producto muy entretenido y directo a la yugular. La ambientación, los colores y los personajes -no todos bien aprovechados, por otra parte-, nos dejan al final un buen sabor de boca en esta historia de supervivencia.

En todos los festivales existe esa película que viene predecida de bastante fama y polémica por su crudeza. En ésta edición teníamos Raw (o Grave), protagonizado por una muchacha vegetariana en su primer año en la universidad, que comienza a comer carne sin freno mientras despierta a la sexualidad. Todo ello se plantea desde el extremo, junto a su compañero gay de habitación y su hermana, también estudiante de medicina como ella pero de segundo curso. Pero a pesar de ese planteamiento extremo, la película no tiene nada que no hayamos visto antes, lo que nos lleva a pensar que esos desmayos en Toronto fueron más producto de marketing que otra cosa. Analizada friamente la película es simplemente un catálogo de intetos de provocación que no aportan nada de nada y que se quedan en lo anecdótico. Otra muestra de que el cine extremo francés (y no sólo éste) ya no está en su mejor momento.



Este año se ha celebrado el 50 aniversario de Star Trek y, lógicamente, el festival de Sitges lo celebró con varias actividades y proyecciones, entre ellas la de Star Trek: La película, la que dió origen a la resurección del mito tras su cancelación una década antes. A pesar de que los planes en principio eran los de proyectar la versión normal en el Auditorio y la versión extendida en la Tramuntana, al final tan sólo se proyecto la extendida. Pese a la baja calidad de la proyección, la experiencia fue como siempre fantástica. La película, la menos Star Trek de toda la saga, pero aún así manteniendo la esencia de la misma es una gozada en todos los sentidos, tanto para el fan como para el público general. Y es que estando a los mandos Robert Wise, un solvente director que en su haber tiene varias joyas, no puede defraudar. De todas maneras me quedo con la versión "corta" y me hubiera gustado verla lucir en sus 35mm originales.

Que Dios nos perdone es el último, hasta la fecha, thriller español actual. Una corriente que se impone en los proyectos españoles, multirreferenciales pero que se hacen nuestros y, lo que es más complicado, funcionan. En esta ocasión nos acercamos a la Madrid de 2011, en plena explosión del movimiento 15-M y con la visita del Papa a la vuelta de la esquina. En dicho contexto, dos policías, Alfaro (Roberto Álamo), explosivo y violento, y Velarde (Antonio de la Torre), apocado e intuitivo, tendrán que encontrar a un asesino en serie que viola y asesina ancianas. A pesar de ser un thriller sobre asesinos en serie, lo más importante no es adivinar la identidad del asesino, sino los dos personajes principales, su manera de investigar, de vivir, con sus claroscuros. Las interpretaciones de Álamo y de la Torre elevan la película a un gran nivel, tan solo resentida por algún pequeño bache de ritmo. Una buena muestra de la buena salud del thriller patrio.



Una mujer alquila una casa alejada de la ciudad y contrata los servicios de un ocultista para que le ayude a hacer un largo ritual con el fin de hablar con su difunto hijo, pero lo que él irá descubriendo es que ella no ha sido sincero lo que convertirá el ritual en algo muy peligrosos. Esa es la premisa de A Dark Song, una cinta que naufraga por un motivo muy claro, la repetición. Si bien la película mantiene un tono bastante adecuado y se enmarca en un terror de cariz original en algunos pasajes, su estructura de ritual/discusión que se repite ciclicamente acaba bajando el nivel del conjunto y queda como un producto simplemente interesante.

Es muy difícil mantener el interés y la tensión de una película cuando el noventa por ciento de la misma se desarrolla en un escenario reducido y con pocos personajes y pese a su buena voluntad Mine se acaba desinflando en ese aspecto. tras una operación militar que no sale del todo bien un par de soldados huyen y acaban en un desierto minado. El protagonista de la historia, interpretado de manera más que correcta por Armie Hammer, pisa una de ellas y su capacidad de movimiento queda anulada, añadiéndo a eso el mantenerse de pie haciendo presión sobre el mecanismo. A merced de los lobos y el cansacio y con solo la ayuda de un habitante de la zona, sus fuerzas irán mermando hasta un final que no convence, sobre todo tras esa perdida de tensión paulatina.

Documental realizado para la televisión, Dragon Girls! Les amazones pop asiatiques, hace un repaso sobre algunas de las más importantes actrices marciales o que han participado en producciones de acción del cine asiático actual. A pesar del interés, da la sensación de que se ha hecho a base de retazos y entrevistas realizadas al azar y sin nexo común, todo ello aprovechado para dar forma a un documental que no profundiza en nada de lo que comenta, dejando un resultado más anecdótico que otra cosa.


Alemania también quiere su acción al estilo oriental y con Plan B lo consigue en cierto modo. Y es que realmente la película funciona como catálogo referencial, tanto del cine hongkonés, por poner un ejemplo, como de la acción ochentera estadounidense. Buena acción y coreografías acompañadas de un cierto carisma actoral. El problema es que debajo de ese envoltorio no aparece nada más e incluso su duración acaba por agotar dada la poca consistencia de un guión muy flojo y repleto de tópicos. Se podría decir que como tantas otras cintas de acción, y es verdad. Pero no por venir de una cinematografía poco dada a este género la trataremos de manera más condescendiente. Para ver, disfrutar, y olvidar.

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