miércoles, 12 de octubre de 2011

Crónica del Festival de Cine Fantástico de Sitges 2011 - Día 7



Avanzamos un día más y ya nos queda poco para el cierre del festival, pero aún tendremos intensidad en los últimos días, y esperemos, mejores películas en general que hoy, un día muy, muy flojo, con presencia asiática, con la coproducción chino-hongkonesa Shaolin y la indonesia The Raid. En medio la australiana Sleeping Beauty y la francesa (en su mayoría) Carré blanc.



SHAOLIN: Estamos a principios del siglo XX. Un general irrumpe en un pueblo, que tras su paso queda devastado. Los monjes de un templo cercano observan perplejos las acciones del cruento general. Mientras, una mujer planea hacerse rica con el matrimonio entre su hijo y la hija del general. Cuando todo parece listo para que triunfe la codicia, los monjes deciden plantar cara y luchar contra los invasores. El genio del cine de acción made in Hong Kong Benny Chan nos deleita con esta joya de artes marciales con Andy Lau, Jackie Chan en un cómico cameo y auténticos monjes Shaolin haciendo piruetas imposibles.

Decepcionante, así se puede calificar Shaolin, una película con mimbres: reparto, director, coreografías, pero que al final se queda en un flojo ejercicio de situaciones mil veces vistas y una acción de tres al cuarto que no aprovecha ni los bonitos parajes ni la historia del legendario templo más que un pastiche de proporciones épicas dado su elevado presupuesto. Si tuviera que salvar algunos momentos serían los de la pelea de Jackie Chan con varios de los soldados enemigos, más por el humor que destilan que por la calidad, eso sí. Y quejarme públicamente por el (ridículo) uso de la cámara lenta, que ya cansa y aburre hasta en los momentos adecuados, y aquí utilizado de manera innecesaria (y torpe).

En definitiva, una película muy floja, aunque lo de cameo de Jackie Chan en la sinopsis ni caso, su papel es secundario, pero de cameo no tiene nada.



SLEEPING BEAUTY: Lucy combina su vida de universitaria con encuentros sexuales que le ayudan a pagar los estudios. Un día, le ofrecen trabajar como camarera en lencería fina para hombres de clase alta. Apreciada por su jefa, Lucy no tardará en conseguir una prueba como Bella Durmiente. El encargo resulta aparentemente sencillo: cada noche, Lucy tomará una pastilla, se tumbará en la cama de una misteriosa habitación y dormirá; y, sobre todo, nunca deberá saber qué ha pasado en ese rato. Apadrinada por Jane Campion, Sleeping Beauty convierte el clásico infantil en un terrorífico cuento de sexo y decorados tan lujosos como fríos.

Y llegamos al momento culminante del día con la peor, hasta el momento, aunque no parece que vaya a cambiar, película del festival, Sleeping Beauty, una propuesta con la que se podría acabar como la protagonista durmiendo del sopor y el tedio que se apoderan de uno viendo este despropósito llegado de las antípodas. ¿Qué pretende Sleeping Beauty?, pues mostrar a la protagonista en ropa interior o desnuda íntegramente y torturar al espectador en unos interminables 100 minutos en los que no sabes que has hecho para merecer lo que estás viendo. Si la hubiera dirigido un hombre podríamos hablar de cierta clase de machismo y exhibicionismo gratuito, pero habiéndolo hecho una mujer ni siquiera tenemos esa ligera excusa, lo que comporta un interrogante sobre la motivación de la directora para mostrarnos este festival del tostón más extremo. Atención a una de las escenas finales que de tan ridícula que ha sido ha provocado varias carcajadas y una sonora pitada al acabar la tortura, perdón, película.



CARRÉ BLANC: En un mundo deshumanizado, el pequeño Philippe malvive junto a su madre. Tras un intento de suicidio, entra en rehabilitación. Veinte años más tarde, Philippe se ha vuelto un ejecutivo agresivo y calculador que somete a sus empleados a toda clase de pruebas; su esposa Marie observa con desazón cómo ambos se han convertido en extraños. El destino está a punto de cambiar cuando Marie decida luchar contra el sistema para salvar su amor. Bajo su aspecto de ciencia ficción fría y con tintes tarkovskianos, Carré Blanc esconde una profunda emoción y una buena dosis de humor negro.

Precedido por el corto surcoreano A Function, una pesadilla rayana en lo gore y pesada a pesar de sus ocho minutos de duración, tocaba la coproducción entre varios países europeos, Carré Blanc, otro épico aburrimiento que no lleva a ninguna parte. Que una película de menos de hora y media te provoque tanto aburrimiento puede ser digno de estudio, aunque lo del corto coreano más aún, claro. En fin, tampoco me voy a extender mucho porque realmente no hay mucho en lo que hacerlo, unos personajes planos y ganas de darles una paliza. Al menos provoca ganas de algo.

Entre esta película y la siguiente, hemos asistido junto con Xavi, compañero de Después de 1984, al principio de la Masterclass de Bryan Singer, que pintaba muy interesante, pero a la que no nos hemos podido quedar mucho, sobre todo por cierto retraso en la comparecencia del director estadounidense y a la necesidad de llegar al pase siguiente. Pero ha sido suficiente para escuchar la anécdota de ser el primer director, en su adolescencia, en contar con un joven Ethan Hawke como intérprete.



THE RAID: Todo el mundo en Jakarta sabe que en los barrios bajos de la ciudad hay un edificio que sirve de refugio para los criminales más peligrosos de Indonesia. Algo así como una fortaleza del mal cuya leyenda crece día a día y a la que incluso la policía teme acercarse. Pese a ello, un grupo de fuerzas especiales de élite intentará derribar sus defensas y penetrar en sus entrañas. Pero la operación no sale según lo previsto, y los policías se encontrarán atrapados en el edificio, sin escapatoria posible y rodeados de asesinos y gángsters. Un adrenalínico filme que vuelve a reunir al director Gareth Evans y a la estrella de la acción Iko Uwais tras la exitosa Merantau.

Segunda película del galés Gareth Evans en Indonesia tras Merantau, y con el mismo protagonista de aquella, Iko Uwais, The Raid es un autentico ejercicio de primer nivel de acción y artes marciales. Con una historia mínima pero suficiente para llevarnos a un terreno espectacular, la película se reinventa, marcialmente hablando, a cada escena, con momentos culminantes cada poco tiempo, que han llevado a la platea al aplauso y al éxtasis más absoluto, a un paso de acabar haciendo la ola del espectáculo tan vibrante visto en la pantalla. Disfrute y acción espectacular son las señas de identidad de una película que no engaña a nadie. Como anécdota en el climax del film, un espontaneo del público ha gritado una proclama reivindicativa, "esto es cine, y no Melancolía".

Mañana tendremos una nueva crónica desde Sitges, encarando ya la recta final de la edición de 2011. Hasta mañana a todos y todas.

2 comentarios:

Sandra Mantas dijo...

Bueno yo al espontaneo lo condanería a la silla eléctrica, que para casos extermos me parece justa. VAya día, ¿no? Suerte de The raid. Aunque no te lo mpuedas creer, la crítica tan terrible, como pasa a veces, despierta mi curiosidad por Sleeping Beauty. Pero al menos en el festival, seguiré vuetro consejo y no la verá. Quizás la recupere en casa. Un abrazo.

John Prskalo dijo...

Sí, fue un día flojo, menos mal que quedo el gusto agradable de la última, que si no. Ya nos dirás cuando veas Sleeping Beauty a ver que tal, jeje.

Un abrazo.