Tras haber asistido al pase de prensa esta misma mañana organizado por la distribuidora Avalon hoy tenemos la reseña de 13 asesinos. Recordaros que el próximo 12 de agosto se estrenará en los cines españoles.
La época de paz del Japón feudal se ve amenazada por la ascendente carrera en el poder de Lord Naritsugu, el despiadado hermano del Shogun. Un oficial del shogunato, harto de sus excesos, pedirá secretamente al samurái Shinzaemon que reúna un grupo de hombres para asesinarle y restablecer el orden.
Ese es el punto de partida de 13 asesinos, remake de la película homónima dirigida en 1963 por Eiichi Kudo, y revisada ahora por el ecléctico Takashi Miike. Sin haber visto la original no puedo comparar ambas versiones, si es cierto quizás que podría compararse en ese aspecto con el clásico Los siete samuráis de Kurosawa en el concepto, cuestión de la que podría haberse aprovechado la original, rodada 9 años después que la de Kurosawa.
En esta ocasión Miike se ha revestido de cierto formalismo en la puesta en escena, una película no tan eléctrica como otras propuestas suyas, sino rodada de manera más académica y pausada, que no lenta. Probablemente sea por el hecho de tratarse de una obra más adulta y clásica que otras de sus propuestas. Como bien se sabe, Takashi Miike ha tocado todo tipo de géneros de maneras más o menos afortunadas, pero nunca dejando indiferente a nadie.
13 asesinos es una entretenida película con dos partes bien diferenciadas, una primera más pausada, con los planes, las intrigas y la presentación de personajes, y luego otra más salvaje, en el sentido de la batalla, de un metraje más que extenso y rodada con una planificación maestra, casi sin dejar nada al azar. Quizás lo peor de esta parte final sean las escenas con efectos especiales, forzadas y de una calidad bastante deficiente, como suele suceder a menudo. Aquí el contraste entre una y otra hace aún más evidente ese pequeño fallo, que no empaña la película con una lección de planificación, como he dicho más arriba.
Otro de los fallos, que no es tal en este segmento realmente, es cuando se suceden algunas de las muertes concernientes a los 13 samuráis, la emotividad que intenta mostrar no aparece por ningún lado. Esto nos retrotrae a la primera parte del film, la nula descripción de la mayoría de personajes se convierte en el fallo más flagrante del film, y consigue desconectar los sentimientos del espectador a la desaparición de varios de los personajes. Ignoro si en la versión de 141 minutos se dibuja mejor a los personajes, cosa que no creo, pero en ésta, la internacional de 15 minutos menos es así, lo que le resta la capacidad emotiva e incluso la épica, dejando tan solo una buena película de acción, eso sí, donde podría haber habido una película que calara más hondo.
De todas maneras 13 asesinos no deja de ser una película entretenida con un aroma clásico que se degusta con placer y una sonrisa. Y aunque no son tantos como en otras, los fans de Miike pueden estar tranquilos porque se aprecia su toque en diversos momentos de la película, aunque no tanto como en otras propuestas más personales del peculiar director nipón.
La época de paz del Japón feudal se ve amenazada por la ascendente carrera en el poder de Lord Naritsugu, el despiadado hermano del Shogun. Un oficial del shogunato, harto de sus excesos, pedirá secretamente al samurái Shinzaemon que reúna un grupo de hombres para asesinarle y restablecer el orden.
Ese es el punto de partida de 13 asesinos, remake de la película homónima dirigida en 1963 por Eiichi Kudo, y revisada ahora por el ecléctico Takashi Miike. Sin haber visto la original no puedo comparar ambas versiones, si es cierto quizás que podría compararse en ese aspecto con el clásico Los siete samuráis de Kurosawa en el concepto, cuestión de la que podría haberse aprovechado la original, rodada 9 años después que la de Kurosawa.
En esta ocasión Miike se ha revestido de cierto formalismo en la puesta en escena, una película no tan eléctrica como otras propuestas suyas, sino rodada de manera más académica y pausada, que no lenta. Probablemente sea por el hecho de tratarse de una obra más adulta y clásica que otras de sus propuestas. Como bien se sabe, Takashi Miike ha tocado todo tipo de géneros de maneras más o menos afortunadas, pero nunca dejando indiferente a nadie.
13 asesinos es una entretenida película con dos partes bien diferenciadas, una primera más pausada, con los planes, las intrigas y la presentación de personajes, y luego otra más salvaje, en el sentido de la batalla, de un metraje más que extenso y rodada con una planificación maestra, casi sin dejar nada al azar. Quizás lo peor de esta parte final sean las escenas con efectos especiales, forzadas y de una calidad bastante deficiente, como suele suceder a menudo. Aquí el contraste entre una y otra hace aún más evidente ese pequeño fallo, que no empaña la película con una lección de planificación, como he dicho más arriba.
Otro de los fallos, que no es tal en este segmento realmente, es cuando se suceden algunas de las muertes concernientes a los 13 samuráis, la emotividad que intenta mostrar no aparece por ningún lado. Esto nos retrotrae a la primera parte del film, la nula descripción de la mayoría de personajes se convierte en el fallo más flagrante del film, y consigue desconectar los sentimientos del espectador a la desaparición de varios de los personajes. Ignoro si en la versión de 141 minutos se dibuja mejor a los personajes, cosa que no creo, pero en ésta, la internacional de 15 minutos menos es así, lo que le resta la capacidad emotiva e incluso la épica, dejando tan solo una buena película de acción, eso sí, donde podría haber habido una película que calara más hondo.
De todas maneras 13 asesinos no deja de ser una película entretenida con un aroma clásico que se degusta con placer y una sonrisa. Y aunque no son tantos como en otras, los fans de Miike pueden estar tranquilos porque se aprecia su toque en diversos momentos de la película, aunque no tanto como en otras propuestas más personales del peculiar director nipón.
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