jueves, 26 de febrero de 2015

Crónica Americana 2015 - 2ª parte


La sinopsis de Kumiko, the Treasure Hunter en la que una mujer japonesa encuentra una cinta de VHS de la película Fargo creyendo que es real y que hay un tesoro escondido allí constituía un estimulante punto de partida. Todo eso más la estética y la participación de Rinko Kikuchi, correcta pero desaprovechada, prometía.

La acción está divida en dos partes; una primera en Tokio, a gusto de cierta parte del público occidental por el exotismo y la capacidad de atención hacia lo proveniente de Japón, y una segunda ambientada en la Minnesota rural. El lastre más grande de la película es el avance de la trama a saltos; en su primera parte japonesa, inexplicablemente alargada desde un punto de vista narrativo, asistimos a idas y venidas del trabajo a casa de la protagonista intentando infructuosamente poner al espectador en situación de la depresión que vive ella por una vida lejos de lo ideal pero que en realidad solo sirven para demostrarnos, como confirmaremos más adelante que padece algún desorden mental. De allí saltamos a la segunda parte, primero en el aeropuerto y luego en su búsqueda obsesiva-compulsiva llegando a rechazar la ayuda de algunos personajes a quienes ve como seres que la alejan de su objetivo entre algunas situaciones rocambolescas e insertadas para aligerar el tono del drama y que en mi opinión no funcionan.   



La "sorpresa para bien" de Americana para mi, precedida de malas críticas de gente con la que tengo gustos en común y parece que del público en general, fue Dear White People. Un desplazamiento de la problemática racial en Estados Unidos a una universidad elitista, con mayoría de estudiantes blancos pero con una representación heterogénea de afroamericanos. Sam White, una estudiante de gran popularidad con su programa de radio "Dear White People" gana las elecciones al hijo del decano y ex-novio suyo Troy. A partir de ese momento la tensión racial (e incluso dentro de la misma comunidad afroamericana) comienza a subir y las pasiones se desatan en diversos frentes hasta desembocar en la fiesta "afroamericana" que planean realizar un grupo de estudiantes blancos pintándose de negro, con caretas y burlas. A pesar de este argumento que invita a pensar en un drama tipo "Semillas de rencor" aquí el director se decanta por el humor y la sátira siguiendo, en cierta manera, el estilo del primer Spike Lee (antes de irse por otros derroteros) pero por otra parte alejándose también de él y consiguiendo cierta propia esencia no defensiva y con gotas de autocrítica. Una muy estimable película que parece no haber conseguido el reconocimiento adecuado y temo pasará bastante desapercibida.


Con Buzzard de nuevo, y salvando las distancias, nos encontramos con una película cortada por los patrones de Kumiko. Un personaje desquiciado (aquí más peligroso para los demás que para si mismo) y dos partes diferenciadas para establecer grandes contrastes. Un joven que trabaja en una entidad financiera de manera eventual y que se muestra como un "pasota" se dedica a pequeños trapicheos para sacarse un dinero extra. A raíz de quedarse con unos cheques de clientes comienza un descenso a la paranoia. Sin que venga muy bien a cuento y solo explicable por la locura del personaje, huye de su casa y se esconde en el sótano de la  de un compañero de trabajo (interpretado por el propio director de la película, Joel Potrykus). Hasta ahí la película aguanta bastante bien, la química entre Burge y Potrykus es estupenda y la confrontación entre ese par de seres inmaduros provoca no pocas risas, pero de nuevo se produce la huida y a partir de ese momento la soledad se convierte en la aliada del protagonista no funcionando tan bien, convirtiéndose todo en una tan solo excusa para un final bastante previsible y aderezado con la grotesca escena de los spaghettis que a los pocos segundos pierde su fuerza.


El interés de Night Moves está en la sinopsis, que no logra trasladar completamente a imágenes. Dos jóvenes activistas ecológicos se encuentran con otro de ellos, ex-marine, y planean volar una presa. Una vez juntos comienzan los preparativos y acaban consumando su objetivo lo que llevará a que alguno de ellos se sienta culpable, otro acorralado y la situación, a su ritmo eso sí, se vaya tornando cada vez más tensa.Quizás lo que demandaba esta película era lo que intenta Reichardt, ritmo pausado, realista pero mis sensaciones viran hacia el aburrimiento en toda la parte final. A eso no ayudan las interpretaciones, sobre todo de Jesse Eisenberg al que encuentro un actor completamente frío e inexpresivo la mayoría de las veces (incluido aquí) que aquí ya en el epílogo del film acaba en la caricatura. La química entre los diferentes protagonistas no existe y la decepción, tras un inicio prometedor, acaba adueñándose de la pantalla en dura pugna con el tedio.

lunes, 23 de febrero de 2015

Crónica Americana 2015 - 1ª parte

Tras la inauguración del día anterior llegaba por fin el festival en su máxima potencia. Nos quedaban por delante tres días repleto de cine, 16 propuestas inéditas de las que vimos 14 y reencuentro con amigos y conocidos. ¡Que más pedir!

Y ahora vamos con la primera de las tres crónicas


Que en 75 minutos una película te aburra no dice nada bueno de ella. Uncertain Terms se ha convertido por (de)méritos propios en la peor propuesta del festival y la única que he suspendido. Además de su pesado ritmo la historia de (bajas) pasiones entre el sobrino de la dueña de un refugio de jóvenes embarazadas, recién divorciado, y dos de esas chicas se convierte en un folletín televisivo lleno de imágenes que quieren aparentar ser trascendentales pero que no dejan de ser burdas maniobras destinadas a dar cierta ¿sensación de incomodidad? Si al final es más blanca que la navidad e inocua. Sin dar más detalles que puedan estropear el final de la cinta, la conclusión es impagable de lo grotesca y absurda.


Aquejado desde 2002 con un cáncer con el que convivió 11 años antes de fallecer el afamado e influyente crítico estadounidense Roger Ebert fue objeto de un documental rodado los últimos meses de su vida y dirigido por Steve James. Life Itself, llamada igual que las memorias de Ebert, es un legado de la obra de una persona que dedicó su vida al cine desde la barrera.

Ganador de un Pulitzer, Roger Ebert no es tratado como un hombre perfecto, de hecho durante la película somos testigos de muchos de sus defectos, sino como un hombre apasionado de su trabajo y de su vida, que encontró el amor de forma tardía pero que estuvo trabajando al pie del cañón hasta el final. Siempre bajo el hilo conductor de su enfermedad como narración central, sus diferentes segmentos nos muestran su inicio y evolución, su consagración, su rivalidad / amistad con Gene Siskel y los años posteriores a su boda y la muerte de Siskel. Si tuviera que decantarme por algo es en la parte en la que Ebert y Siskel comienzan su rivalidad siendo los dos críticos más influyentes de Chicago y, en general, de los Estados Unidos. Aquella fama les llevaría a compartir programas en un tandem que partía en muchos casos desde visiones opuestas y sus peleas verbales convertirse en míticas para aquella generación de estadounidenses. Pese a aquello su relación derivó a la amistad con un halo de amor-odio y provocaría una de las decisiones de Ebert para este documental: rodar sin cortapisas, contarlo todo. Un canto de amor al cine de un hombre que dejó un gran legado en su profesión y en sus seres queridos. ¡Pulgares arriba!


Uno tiene muchas veces ciertas fallas o carencias en el cine a pesar de verse puñados de películas. Y como no hay tiempo de verlo todo se escoge lo que más apetezca o se pueda ver en ese momento. Una de las tareas de los festivales, y en eso este Americana lo hace muy bien, es dar a conocer gente nueva o permitir rescatar algún trabajo de veteranos como en el caso de Bill Plymtpon, toda una institución a estas alturas y del que yo reconozco no haber visto nada hasta el momento (rozando el absurdo ya que tengo un autógrafo suyo conseguido en Sitges hace casi una década). Gracias al festival me he quitado esa espina con una obra excesiva, lisérgica y libre que lástima de hacerse un poco repetitiva no alcanza la excelencia. De todas maneras este amour fou llevado al límite es una de las mejores de la presente edición. Por si fuera poco Cheatin' consigue unos detalles geniales con ese toque de ciencia ficción y el final en el escenario que cierra el círculo. Y todo ello sin diálogos, solo con la fuerza de su imagen y sus potentes dibujos, desprovistos de toda proporción pero que no podían ser de otra forma. Una primera y estupenda toma de contacto con el director estadounidense que, probablemente, no dejará indiferente a la mayoría de público.


Uno de los defectos que le he encontrado a varias de las películas del festival es la excesiva duración de algunas de ellas para lo que cuentan y la forma en la que lo cuentan. Este "defecto" no es achacable al cine indie estadounidense tan solo sino a la mayoría de películas actuales, carentes en muchos de los casos de algo tan primordial como el ritmo. Desde luego que hay películas de diferente tempo pero cuando la sensación residual es la repetición, le entra a uno la sensación de una tendencia preocupante, más metraje = mayor calidad. Listen Up Philip adolece de esto aunque me haya parecido una buena película que se hubiera convertido en una grande eliminando cierta paja que puede llegar a mucha gente a catalogarla como pedante (cosa que no está alejada de la realidad pero de ciertos directores gusta) y aburrida. 

Un joven escritor egoísta y egocéntrico conoce a otro escritor mayor e igual de egoísta y egocéntrico que se convierte en su mentor en cierto modo. Ambos personajes viven en un mundo que no les comprende o que ellos  no comprenden. Aunque el personaje central sea el Philip, interpretado correctamente por Jason Schwartzman, en general acaba convirtiéndose en una película coral y dentro de un microcosmos que es representado por una ciudad asfixiante para la creatividad, una casa de campo estimulante y una universidad en la que quizás el maestro acaba aprendiendo, todo ello entre copas de buen vino y conversaciones más o menos profundas (o que lo pretenden). Cuanta más libertad manifiestan sus personajes el film funciona mejor pero cuando se ven constreñidos a ser de guión a gusto de los críticos más previsibles pierde fuelle. Me quedo en definitiva con su alma, más clásica, esa voz en off que interviene en momentos clave y la melancolía de algunos pasajes.

viernes, 20 de febrero de 2015

Inauguración Americana 2015: Today's the Day y Before I Disappear


Ayer comenzó la segunda edición del festival de cine independiente estadounidense Americana, que me perdí el año pasado por motivos que no vienen el caso. Vaya por delante qué, simplificando, no soy el mayor fan del cine independiente de EEUU en un contexto general, pero hoy en día probablemente uno no sea fan de ningún género, corriente o cinematografía per se. Como en todos los tipos de cine, sean de alto, de medio o de bajo presupuesto, el cine independiente estadounidense se mueve en géneros, predominando el drama pero con espacio para el humor e incluso el terror que ha experimentado una eclosión los últimos años. Dentro de esos géneros nos podemos encontrar obras apreciables y cerrarse a disfrutar un tipo de cine a menudo nos puede hacer perder maravillas o incluso simplemente pasar ratos entretenidos. Despreciar todo el cine "indie" sería tan absurdo como despreciar todo el cine "mainstream" por el simple hecho de ser lo que son y moverse en sus corrientes y sus lugares comunes. Quizás una de los alicientes de este cine más alejado de los cánones de la industria sea una cierta libertad, más atenuada en algunos casos y más liberada en otros. Y estoy seguro que en este Americana nos vamos a encontrar películas de todo tipo porque la programación sin duda estará cuidada sabiendo quienes están detrás de ello.

 

La encargada de inaugurar la películas, tras los consabidos parlamentos del presentador del evento, así como el representante de Movistar, la consul de los Estados Unidos, máximos patrocinadores y los directores del festival, Josep Machado y Xavi Lezcano fue Before I Disappear, dirigida, escrita y protagonizada por Shawn Christensen, en un auténtico yo me lo guiso y yo me lo como, y basada en su propio corto Curfew. Pero antes de que empezará y en colaboración con Filmets de Badalona se proyectó el corto musical Today's the Day, en el que un joven becario de una agencia de baile intentan encontrar el valor para hablar con el dueño y presentarse a la prueba para bailarín. Este corto nos demuestra como podemos pasar en 13 minutos de la genialidad a parecer un anuncio de Coca-Cola y a volver a subir. Con un mensaje positivista de que los sueños se pueden cumplir si pones empeño y luchas por ello al más puro estilo americano realmente no molesta y su factura técnica y coreografías son dignas de alabar.

 

Y con Before I Disappear, tenemos la historia de un tipo en apariencia mundano que planea suicidarse tras una dolorosa ruptura pero que en el momento culminante recibe una llamada de su hermana tras cinco años, pidiéndole que se ocupa de la hija de esta durante unas horas. A partir de ese momento Richie, el personaje interpretado por Christensen, en una ajustada interpretación, inicia un viaje de reencuentro consigo mismo a partir de la relación que en unas horas establece con su sobrina, niña superdotada en apariencia, e inmerso en una trama que coquetea con el thriller y el humor pero que se demuestra más un drama vital sobre la perdida de las ganas de vivir de una persona que ha tirado su vida por el desagüe... o la ha dejado ir, así como en la fuerza del (des)amor y lo que uno está dispuesto a hacer por ese sentimiento, mostrado tanto en el personaje de Richie como en el de Gideon, cada uno a su manera. De hecho, la sensación que me queda es qué la relación entre él y la niña, es en cierta manera un catalizador y en otra simplemente un macguffin para explorar esas otras vías que interesa más al director /actor. 


Al final nos queda una película perfectamente accesible para todo tipo de espectador y que sin duda y bajo mi humilde punto de vista es una acertada inauguración para el festival, muy importante esto para el devenir de los certámenes. Y aunque en determinados pasajes se dejan ver ciertos tics del cine "indie" y algunos aspectos de la trama no dejan de estar tratados de forma tangencial y pobre, así como cierta autocomplacencia estilística, el resultado final es francamente positivo, demostrando esa misma puesta en escena el talento del director que es aval para seguir su carrera en años sucesivos. Y por si fuera poco sale ¡Ron Perlman! que por sí solo es  motivo de regocijo.