viernes, 31 de enero de 2014

Top 10 de cine asiático 2013

Hacer un top siempre es una labor difícil, y más con un cine como el asiático en el que ver películas en pantalla grande en España se convierte en toda una odisea. Contando además que varias de las que podrían haber estado en el top como las de Kore-eda, Yamada, ... se estrenaron tras mi marcha del país, ello se vuelve más difícil. Todas las que están en la lista han sido vistas en festivales; Sitges, Nits de Cinema Oriental o Mar del Plata. De todas formas la cosecha ha sido buena, aún sin contar con ninguna película que rozase la perfección si que la mayoría han pasado de lo entretenido hacia arriba conformando una selección más que interesante. Menciono, eso sí, Mother, de Bong Joon-ho, que no he añadido en la lista al ser una recuperación, pese a yo no haberla visto antes y que estaría sin duda en los primeros puestos de la lista. Los textos que incluyo son los mismos o variaciones de las reseñas que hice en su momento.

10. Blind Detective (2013), de Johnnie To


A pesar de un par de detalles chirriantes, como por ejemplo la excesiva duración, que hubiese ganado con 10-15 menos algo más de frescura y agilidad narrativa. Compensa, por otro lado con los cambios de localización entre Hong Kong, Macao y Zhuhai. No sería aventurado decir que la elección de la pareja Andy Lau-Sammi Cheng es vital para la película, por cuanto la química entre estos dos intérpretes es sencillamente brutal, no solo aquí sino en otras películas del director hongonés, cuyo máximo exponente podría ser Yesterday Once More.

9. Eega (2012), de S.S. Rajamouli y J.V.V. Sathyanarayana


Un joven asesinado vuelve reencarnado en mosca y dispuesto a vengarse del hombre que lo ha matado y recuperar a su novia, motivo del asesinato. A partir de ahí desenfreno, algarabía, diversión y ver a una mosca escribir en un parabrisas "Te mataré". Una película india que no abusa de los números musicales, que dura dos horas y cuarto pero que se pasan "volando" y que da una nueva expresión al termino español mosca cojonera. Y para rizar el rizo la mosca baila... y con coro.
8. Bright Day (2013), de Hossein Shahabi


En esta ocasión nos volvemos a encontrar un sistema injusto y una carrera contrarreloj por parte de una mujer por salvar al hombre que presuntamente ama, en un contexto socio-cultural y político represivo. Con un halo de optimismo moderado y un poso triste, la película es dura y tiene momentos (sugeridos) desoladores y demuestran que no estamos tan alejados en algunos aspectos como a veces nos intentan hacer parecer. Sin cargar las tintas y estableciendo la crítica de manera sutil cuando conviene y directa cuando es menester, Shahabi nos concede una reflexiva película construida con un relato dinámico sin parar durante seis horas de la vida de una persona. Y un descubrimiento, el personaje del taxista es una perla y un canto a la cooperación y a la solidaridad.

7. The Rocket (2013), de Kim Mordaunt


Co-producción entre Australia, Tailandia y Laos, lo que posibilita que esté en la lista, esta historia de un niño laosiano que junto a su familia se tiene que desplazar por la construcción de una presa, nos aproxima a lugares comunes de un cine más comprometido socialmente pero desde un punto de vista más comercial, pese a su ambientación en el país más bombardeado del mundo durante la nefasta guerra de Vietnam. Con un poso de amargura ya desde un demoledor inicio la película va narrando las distintas etapas por las que va pasando el niño durante su travesía tanto alegres como tristes o incluso de aprendizaje. Quizás el final podría haber sido distinto, ya que podría haber optado por otra resolución y aunque personalmente me parece bien como queda siempre quedará la incertidumbre.

6. Wu Dang, de Patrick Leung


Una exótica mezcla entre el cine pulp de aventuras, las películas añejas hongkonesas de artes marciales y la siempre estimulante magia que la ciencia no puede explicar que todo revuelto nos da un cóctel de muy buen sabor. Con frases de antología, humor efectivo y peleas espectaculares, nos hace volver a soñar con que el cine de cables y piruetas aún nos tiene mucho bueno que ofrecer. Vincent Zhao en el papel de prota está sublime como profesor experto en artes marciales con ese puntito de chulería sutil que hace las delicias de la fémina en la película (y seguro que fuera de ella también).

5. Our Sunhi, de Hong Sang-soo



Cierto es que Hong trata el mismo tema en sus películas con diferentes y mínimas variaciones, pero cuando son contadas de la manera correcta a mi me tiene en sus filas. Con las relaciones personales, el alcohol y el cine como temas centrales, en este cuarteto de tres hombres y una mujer, la Sunhi del título, arrebatadora en su sencillez, introvertida y valiente. A diferencia de Oki´s Movie, la narración es lineal, dividida en pequeñas partes hasta ese final en el parque tan bueno, y tan divertido. Y que decir de la música de la película, tanto la banda sonora, fantástica como la canción, omnipresente. Y es que repetirse en una filmografía no siempre es malo, como tampoco lo es repetirse en una misma película. Bienvenidas sean más obras iguales de Hong Sang-soo siempre que sean de esta calidad.

4. Drug War (2012), de Johnnie To



En esta ocasión To viaja por primera vez ( y por primera vez nos referimos a completamente en la película) a la China continental para ofrecernos una áspera trama policial contra el tráfico de drogas en la que Louis Koo y sobre todo Sun Honglei nos brindan unas interpretaciones sublimes con un telón de fondo menos glamuroso y más decadente si cabe que los bajos fondos de Hong Kong retratados por To en sus famosas películas anteriores. Una alegría reconfortante saber que el maestro ha conseguido burlar, en cierto modo, la censura del gigante asiático y crecer en su visión e interpretación del submundo criminal, sea a nivel local (Hong Kong) o más global (China), lo que, y si en el futuro hay cierta relajación en la censura china, nos podría hacer disfrutar de muchas más propuestas de este tipo a lo largo y ancho del territorio chino.

3. Big Bad Wolves (2013), de Aharon Keshales y Navot Papushado



Precedida por las elogiosas palabras hacia ella de Quentin Tarantino calificándola como una de las películas del año, no he podido más que llegar a la conclusión de que así es. Cierto es que no es sublime pero a caballo entre el humor negro y la acción, con gotas de reflexiones morales cumple y mucho, siendo deudora de muchas otras pero impregnándole un sabor propio, e incluso y de forma anecdótica, tratando el sempiterno tema del conflicto árabe-israelí en un par de diálogos. Y se beneficia de tener en su reparto en uno de los papeles protagonistas al gran Lior Ashkenazi, uno de los mejores actores de su país.

2. A Touch of Sin (2013), de Jia Zhangke

El regreso al largometraje de ficción de Jia Zhangke, tras el semi-documental 24 City y el documental I Wish I Knew (Historias de Shanghai). En esta ocasión abandonando su estilo más contemplativo en aras de una mayor dinámica, pese a seguir tratándose de un desarrollo que requiere su tiempo. Película de historias cruzadas con algunos nexos en común y ambientada en cuatro provincias chinas, Jia habla de la corrupción, la desigualdad, la sumisión, la prostitución, las condiciones de trabajo esclavistas, en un contexto de violencia explícita o a punto de estallar. Quizás una analogía de lo que en China puede pasar en un futuro y en una implosión que traiga de nuevo fantasmas del pasado. Podría destacar tantos detalles de la película pero me quedo con dos de ellos, uno en el primer segmento, con Jiang Wu disparando al hombre que maltrata a su caballo, y en el tercero con su actriz fetiche Zhao Tao, usando una pequeña navaja como si fuera una espada con movimientos marciales. Toda una declaración de intenciones de uno de los tiradores con bala del cine de su país y muy acertado en sus planteamientos.

1. Why You Don't Play in Hell? (2013) de Sion Sono


Desenfreno, locura, así se puede definir esta película de Sion Sono, siempre al límite (o incluso fuera), aderezado con una carta de amor al cine tremenda, y parodiando de paso el cine de samuráis y el de yakuzas. Con un prólogo que establece las bases de lo que sucederá a continuación, 10 años después, y antecedido por un anuncio de pasta de dientes pop que se repetirá hasta la saciedad, siempre de manera divertida, el director nipón construye la mejor película que he visto de él hasta la fecha y que curiosamente no ha sido tan valorada. Quizás por no ser tan destructiva como otras de sus obras y por su carácter festivo y cachondo. Hundiendo sus raíces en el imaginario japonés de lo clásico contra moderno o incluso cutre en algunos aspectos, si que se puede reconocer la mano del director japonés en el aspecto visual, tan cercano a sus otras películas.