Con una carrera de más de 30 años a sus espaldas, Ann Hui sigue siendo una de las directoras de la Nueva ola del cine hongkonés más reputadas por la crítica. En esta ocasión tomó prestado un suceso real de violencia conyugal en Hong Kong para construir una historia dura sobre la subyugación de la mujer a manos de un esposo violento y egoísta.
Wong Hui-ling (Zhang Jingchu) es una mujer procedente de la China continental, que vive junto a su marido desempleado, pero que cobra un subsidio del gobierno, y sus dos hijas pequeñas, en el humilde Tin Shui Wai, al norte de Hong Kong. Hui-ling trabaja como camarera pero su marido no quiere que lo haga por temor a perder su paga del gobierno. La situación en el hogar irá en un constante deterioro incluyendo palizas y violaciones hasta que ella se va con sus hijas a un centro de acogida. Pero los problemas no harán mas que empezar para la mujer.
Wong Hui-ling (Zhang Jingchu) es una mujer procedente de la China continental, que vive junto a su marido desempleado, pero que cobra un subsidio del gobierno, y sus dos hijas pequeñas, en el humilde Tin Shui Wai, al norte de Hong Kong. Hui-ling trabaja como camarera pero su marido no quiere que lo haga por temor a perder su paga del gobierno. La situación en el hogar irá en un constante deterioro incluyendo palizas y violaciones hasta que ella se va con sus hijas a un centro de acogida. Pero los problemas no harán mas que empezar para la mujer.
Narrada a base de flashbacks, el principio de la cinta nos muestra lo que ha pasado, y a partir de ahí se reconstruirá la historia. Lamentablemente, Ann Hui, podría haber conseguido una película redonda, si no se hubiera dedicado a intentar aleccionar y a mostrar tópicos sobre la situación de su país, situándose en un lugar elevado moralmente, lo que no corresponde al narrador de una historia como ésta, que debe tener una visión más global. Y es qué si eliminamos la idiosincrasia china y hongkonesa de esta ecuación, veríamos que situaciones de violencia doméstica se ven, por desgracia, habitualmente, en nuestro país. Asimismo, en el plano positivo, se ve cierta carga de denuncia contra la administración pública, en este caso la hongkonesa, por su nula capacidad de evitar situaciones horribles como la violencia conyugal, y también y de manera tangencial sobre la china, por consentir que un ciudadano sea extranjero en su propio país. Aún así, Hui ofrece unas gotas (escasas) de esperanza, con la actuación de un asistente social, pero que al final no son suficientes dado el cariz que toma la situación.
Pero sin duda el plato fuerte de la película son las actuaciones, con una Zhang Jingchu que crece a cada actuación que realiza, ofreciendo un retrato sincero de una mujer sobrepasada por la situación, casada con el que creía que era un buen hombre y qué, como veremos en la narración, acaba convertido en un autentico monstruo, y sobre todo, con Simon Yam, en uno de los mejores papeles de su carrera, a momentos dulce, a momentos violento y sádico, llegando a golpear y violar a su propia esposa, en un papel desgarrador que le hace dar lo mejor de si mismo como actor. Curiosamente, en la 29ª edición de los premios de cine de Hong Kong, Yam perdió contra si mismo por su papel en Echoes of the Rainbow. Si su papel en aquella es tan excepcional como en esta, de seguro conviene verla lo antes posible.
En definitiva, una propuesta interesante, que aprueba en su cometido, pero que hubiera resultado mucho más interesante desde una perspectiva más libre y no tan aleccionadora. De todas maneras es recomendable verla, sobre todo por sus dos protagonistas.
En definitiva, una propuesta interesante, que aprueba en su cometido, pero que hubiera resultado mucho más interesante desde una perspectiva más libre y no tan aleccionadora. De todas maneras es recomendable verla, sobre todo por sus dos protagonistas.
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