sábado, 29 de septiembre de 2018

Crónica Lychee Film Festival 2018 - 2ª parte




Terminamos la crónica del Lychee Film Festival con la sección retrospectiva llamada Love in the 90s y que se centraba en su mayoría en producciones realizadas en los años noventa, salvo excepciones.

La primera de ellas fue sin duda la mejor, la ya mítica producción hongkonesa Comrades: Almost a Love Story, dirigida por Peter Chan protagonizada por dos grandes del cine hongkonés como son Leon Lai y Maggie Cheung. En esta historia de encuentros y desencuentros, amistad y amor, compromiso y lealtad, no falta prácticamente de nada. La historia comienza con un inmigrante continental llegando a Hong Kong sin hablar ni una palabra de cantonés y que se hospeda en el burdel que regente su tía, quién ya lleva muchos años viviendo en la colonia británica y que está obsesionada con Wiliam Holden, al que asegura haber conocido y vivido un romance. En Hong Kong conoce a otra continental, aunque cantonesa, y juntos comienzan una amistad que transita por diferentes estados. La película, realizada poco antes de la devolución de Hong Kong a China por parte del gobierno británico también transita por ese miedo al mañana que había de llegar pero sin cargar las tintas ni ser de trazo grueso como varias de las películas de la época. Una verdadera gozada incluso en su desenlace que tiene lugar en Nueva York.


Ann Hui fue la protagonista de la segunda película de la retrospectiva. Se presentó una película suya de 1997, Eighteen Springs. Una película sobre la que no se debería poder decir nada malo ya que técnicamente es impecable y las actuaciones muy correctas. Un melodrama clásico que consiguió siete nominaciones en los premios del cine de Hong Kong pero que a mi se me atragantó. Justo es resaltar que no comulgo con los melodramas con tanto sufrimiento por parte de los personajes y en esta película además acabé saturado y aburrido en algunos pasajes a pesar de que apenas superaba por poco las dos horas.

Cambiando de tercio y de cinematografía nos fuimos a Taiwán o más bien de vuelta a Nueva York para que Ang Lee nos contara una historia protagonizada por una pareja gay años antes de hacer lo propio en la famosa Brokeback Mountain. Un joven de origen taiwanés vive junto a su novio estadounidense con quién tiene una vida feiz. Pero su familia se empeña en que se case cy urde un plan para que le dejen tranquilo, casarse con una inmigrante china que necesita la tarjeta de residencia. Con lo que no cuentan es con que los padres de él viajarán desde Taiwán para asistir a la boda. A partir de ahí se encontrarán en un enredo del que no sabrán muy bien como salir, lo que incluye una boda multitudinaria. El banquete de boda es un canto a la tolerancia, a vencer los estereotipos rodeándola de comedia a veces, de drama otras y todo ello dentro de un equilibrio con un reparto que cumple con creces y resulta muy convincente.


En Suzhou River vivimos una extraña historia de amor ¿a tres bandas? Durante gran parte de su metraje la película consigue crear un ambiente de espejos en los que no se puede dar nada por supuesto. Cuatro personajes ¿o son tres? en dos relaciones que acontecen casi al mismo tiempo y que estimulan la imaginación. Mucho mejor durante su primera mitad en la que todo es algo fantasmagórico y menos realista acaba bajando enteros debido a su resolución mucho más convencional y que cambia algo el sentido de la película.

La penúltima película del festival fue Dust in the Wind, de Hou Hsiao-hsien. Y de nuevo el mismo problema con el director taiwánes y  es que su cine me gusta desde un punto de vista conceptual. Los temas de los que habla, el contexto histórico y social o su dominio del encuadre. Pero todo ello palidece ante el gran sopor que me provocan la mayoría de sus obras, con esos planos largos y estáticos no aportan nada a la historia excepto el tedio que provocan. Curiosamente esta película, a pesar de ser una historia de (des)amor entre los dos adolescentes protagonistas no tiene conexión con el resto ya qué ni está realizada ni ambientada en los noventa.



Antes de la laproyección de clausura se procedió a la entrega de premios, que fueron los siguientes:

- Mejor película: The Great Buddha +
- Mejor director: Huang Hsing-yao por The Great Buddha +
- Mejor interpretación: Qi Xi por Bitter Flowers
-Premio del público: On Happiness Road

Y para terminar la película que ofició como clausura fue Vive l'amour del director malasio y afincado en Taiwán Tsai Ming-liang. A diferencia de Hou y siendo los dos grandes exponentes del cine de autor taiwánes y asiático, las películas de que he visto hasta la fecha de Tsai no me parecen tan aburridas a pesar de que me parece peor director en el ámbito técnico. Tampoco me apasionan pero sus historias, a pesar de estar alargadas, se pueden seguir con más fluidez y dejan un regusto de haber estado a punto de ver algo bueno, aunque no haya sido así del todo. De todas maneras esta historia de amor a tres bandas entre la empleada de inmobiliara, el "empresario" y el estrafalario personaje interpretado por el actor fetiche de Tsai, Lee Kang-sheng tiene un final realmente potente aunque esa manía de alargar desluce el resultado.

Y con esto acabamos con la segunda edición del festival Lychee. Como nos anunciaron en la gala de clausura, la tercera edición tendrá como eje temático la juventud. Esperamos con ganas esa tercera edición.


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