martes, 3 de mayo de 2016

Crónica Festival internacional de cine de autor de Barcelona 2016


 La sexta edición del Festival de cine de autor de Barcelona ha vuelto a apostar por el cine asiático en una de las ediciones con más propuestas venidas de Oriente, en concreto siete, de países tan dispares como China, Japón, India, Filipinas, Corea del Sur, Israel y Kirguistán. La programación ha combinado grandes nombres como Brillante Mendoza y Hong Sang-soo con otras propuestas como la exótica Heavenly Nomadic, de Kirguistán o la japonesa Happy Hour por sus más de cinco horas de duración entre otras.


Por nuestra parte de acabamos viendo cinco de ellas, descartando  Ahora sí, antes no por haberla visto anteriormente y Happy Hour, por su duración, demasiado para nuestro cuerpo en la actualidad. Entre esas  cinco la mejor fue Taklub, seguida de Heavenly Nomadic y Kaili Blues como las más interesantes suspendiendo Mountain y The Fourh Direction, claramente insuficientes.


Precisamente la primera que vimos, Taklub, fue la número uno en nuestro ranking asiático del festival si obviamos que la que más nos gustó fue la vista fuera del festival Ahora sí, antes no. En ésta ocasión Brillante Mendoza se desplaza a la ciudad de Tacoblan tras el tifón Hayan que devastó la zona para construir una historia de ficción con elementos cuasi documentales. Mendoza retrata la miseria, la corrupción pero sobre todo la generosidad de la gente que se una para hacer frente a la situación desde el punto de vista de varios personajes entrelazados en sus respectivas desgracias. 

De uno de los países de Asia Central menos conocidos cinematográficamente, Kirguistán, nos llegó Heavenly Nomadic, que disfrutará de distribución en España, y que se enmarca en ese cine dramático pero amable, blanco y de grandes y espectaculares paisajes pero que no aporta nada nuevo a este tipo de historias más allá de algunas costumbres culturales de un pueblo lejano en muchos aspectos. Lo positivo del film es el sabor de boca que deja y esa frescura natural que desprende.

El cine chino estuvo representado por Kaili Blues, una película dividida en dos partes bien diferenciadas. Una lánguida primera parte al estilo del cine de autor de latitudes asiáticas en las que prácticamente no hay acción o ésta está ralentizada, en lagunos casos hasta la nausea. Después nos encontramos con una segunda mitad dominada por un buen plano secuencia que adolece de todas maneras por lo superfluo que es y un ejercicio ególatra aunque no por ello falto de interés. Sin genero de dudas lo más destacable de la película tanto técnica como estilísticamente.

Y ya nos encontramos con los dos suspensos asiáticos. En primer lugar la israelí Mountain en la que una mujer casada y con tres hijos e insatisfecha deambula por un cementerio del Monte de los olivos en Jerusalén mientras su marido se concentra en la lectura de las escrituras sagradas. Su encuentro fortuito con unas prostitutas la hará tomar una decisión que precipitará un final que quiere ser estimulante y resulta como el resto de la película, un ejercicio de ombliguismo sin sentido.

La última reseñada, la india The Fourth Direction es una película que pretende aportar una visión sobre el conflicto en el Punjab en los años ochenta, todo articulado dentro de la historia de una familia y su perro que con sus ladridos molesta a todo el mundo intentado provocar una reacción emocional pero provocando simplemente un sopor que se acrecienta durante todo el metraje para acabar de manera tan evidente como simple e insertando al principio y al final unas larguísimas escenas en un tren que a nosotros nos aportaron un tremendo aburrimiento.

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