viernes, 13 de noviembre de 2015

Crónica Festival de Cine Fantástico de Sitges 2015 - 2ª parte

Acabamos el repaso a la edición del Festival de Sitges de este año 2015 reseñando brevemente las películas asiáticas que quedaron fuera del top general del certamen. Irán en orden de calidad descendente en este caso.

 

Comenzamos por Veteran, irregular cinta que se beneficia de una segunda mitad dinámica que deja atrás una primera humorística mucho menos acertada. Cuando por fin se centra en la acción encontramos el sello de calidad de Ryo Seung-wan y dejando un gran sabor de boca. De igual manera que otra de las coreanas vistas en el festival, Office, hace una crítica algo ligera de uno de los grandes males de la sociedad surcoreana. Si en aquella eran las condiciones laborales,aquí se centra en los conglomerados empresariales familiares (chaebol).

Shinya Tsukamoto nos lleva a la II Guerra Mundial en pleno Pacífico y las andanzas de un soldado japonés en una isla filipina. Aquejado de tuberculosis y despreciado por el resto de su destacamento y sus superior, su deambular por la selva le hará enfrentarse a todo tipo de horrores y desastres en una visión sucia de la guerra mucho más realista y desagradable que de costumbre. Algunas partes de Fires on the Plain pueden llegar a cansar pero en general es una película muy interesante. 

Sion Sono se ha convertido en uno de los directores más queridos en Sitges. En esta edición además de estar en persona tuvo la ocasión de presentar tres películas y de las dos que vi la mejor y sin tampoco llegar a ser una gran película es Love & Peace, la historia de amistad entre un joven apocado y fracasado y su tortuga. El precio de la fama, la amistad y el amor pasados por el tamiz de un zumbado en una versión lisérgica de los Teleñecos y auténticas odas a la sobreactuación. Su principal problema es sin duda un exceso de metraje y lo mejor su falta de complejos.


El cine coreano suele, en la mayoría de casos, tocar temas de actualidad, sociales o políticos y llevarlos a terrenos del cine de género. En Coin Locker Girl, una niña abandonada en una consigna de una estación es vendida a una organización criminal regentada por una mujer de origen chino. Convertida en su "hija" y parte de la banda, comete un grave error al enamorarse de un joven del que tiene que recuperar un dinero provocando con ello la pérdida de confianza de su mentora y adentrándose en lo peor de los bajos fondos. Interesante aunque algo fallida .

De nuevo en Corea y ahora con asesino en la oficina. El exceso de trabajo y las humillaciones constantes empujan a los personajes a situaciones límite en las que nada son lo que parece. Office empieza de una manera directa y potente pero acaba desinflándose en su tramo final, sobre todo desde que se intuye como va a acabar todo y el giro argumental que tendrá lugar. Aún así se ve con agrado y las interpretaciones y el gore hacen el resto. 

Densa, potente visualmente y agotadora. Esos podrían ser los principales adjetivos para The Assassin de Hou Hsiao-hsien, una de esas obras que dan prestigio a un festival pero que provocan deserciones en la sala habida cuenta de que mucha gente no sabe realmente lo que va a ver. Admito que a mi Hou no me gusta especialmente aunque debo admitir que muchas de estas imágenes son pura poesía en movimiento. Ahora bien eso no impide que esté reñida con una concepción del cine como entretenimiento y aquí falla el taiwanés. Desde luego tiene su público y yo no formo parte de él pero al menos es rescatable en comparación con otras de sus obras.


El cine chino está en auge en su país. Cada vez se hacen más películas nacionales y llegan a grandes segmentos de su población y para muestra tenemos esta The Taking of Tiger Mountain, épica y ambientada en la guerra civil china con los aguerridos soldados luchando contra una banda de malhechores muy fuerte liderada por un irreconocible Tony Leung Ka-Fai. Dirigida por el en otros tiempos adorado Tsui Hark, ahora instalado casi en exclusiva en la China continental, la película pierde fuelle por su excesiva duración y el tono patriotero que adoptan sus personajes, rozando el ridículo. Si acaba aprobando es por sus escenas de acción espectaculares y bien rodadas sin más.

En los últimos dos años y gracias al festival Nits de Cinema Oriental descubrí la saga KL Gangster de la que este pasado verano proyectaron la última entrega hasta la fecha, en realidad un spin-off. Justo en Sitges hemos tenido la ocasión de ver Villa Nabila, dirigida por el mismo responsable de dicho spin-off, Syafiq Yusof. Alejada completamente de la acción se decanta por el terror y por una casa encantada en la ciudad de Johor Bahru. Si bien la película es completamente presincidible la simpatía que desprende y algunos toques divertidos (quizás involuntarios) sumado a la corta duración la convierten en entretenida.

Agotado acabé con The Boy and the Beast, visualmente trabajada y con una animación muy cuidada pero que se revela como aburrida y repetitiva durante gran parte del metraje.La duración excesiva de dos horas para una historia mucho más simple de lo que se pretende lastra los resultados y queda como una propuesta interesante e imaginativa que acabará cayendo, para mi, en el olvido más absoluto.


Quien me conozca sabrá que Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas me pareció una completa tomadura de pelo. Y más o menos y salvando las distancia Apichatpong Weerasethakul no decepciona con Cemetery of Splendour y ofrece una nueva muestra de cine letárgico, ombliguista, pedante y aburrido en el que la única manera de encontrarle algo positivo es tomándolo a guasa. El castigo que inflinge el tailandés al respetable con esta historia de soldados narcolépticos no llega a su insigne obra anterior pero no es apto para todos los públicos. Al menos no para mi, desde luego.

Sion Sono es un autor que puede llegar a hacer entre 5-6 películas al año. Con ese número incluso en Japón lo normal es que no todas salgan bien y esta es la muestra. Con un punto de partida interesante y potente, la película hace aguas por todos lados en una constante sensación de repetición siendo coherente con su final pero de desarrollo plano. La historia realmente no da para más que un cortometraje y solo los fuegos de artificio pueden pretender aparentar, sin conseguirlo, que todo está bien en Tag.

Todo lo que empieza tiene su fin, y esa es la impresión que da, hoy por hoy, la carrera de Kiyoshi Kurosawa tras sus últimas películas. Journey to the Shore, la que nos ocupa, parte de nuevo de una original e interesante historia y también de nuevo el desarrollo es caótico, aburrido, inconexo y tratando de ser tan trascendental que acaba siendo poco menos que una parodia. La extrema lentitud y unos actores aletargados terminan de hundir la función . Se va a hacer difícil darle una nueva oportunidad a Kurosawa.


Baskin es puro Sitges, de eso no hay duda. Una película con claros componentes fantásticos, violenta, gore, nauseabunda. Pero tiene un problema, es horrible y lo mencionado antes a mi no me sirve ni para pasar el rato. Con un principio pretendiendo establecer el caracter de los "buenos" en una conversación tarantiniana el conjunto se desboca cuando estos, policías tienen que intervenir en una situación en un edificio en el que tendrán que hacer frente a un grupo de personajes violentos y sádicos. Gratuita y extrema no consigue ni siquiera inquietar y tan solo aborrecer.

Dos amigas estadounidenses viajan a Israel de vacaciones encontrándose a un "aventurero" que las guía hasta Jerusalén. Allí alojadas en un hostel y de fiesta permanente ya con la compañía de un árabe israelí del que la amiga con novio se encapricha se ven envueltos no en ataques terroristas sino el advenimiento de demonios procedentes de las puertas del infierno situadas en la ciudad. Punto de partida divertido que en manos capaces igual hasta hubiera sido buena pero que es un desastre desde el primer momento mostrándonos una pareja de niñatas a cual más despreciable y el formato del falso documental que casi nadie sabe utilizar correctamente. Jeruzalem es la peor película asiática del festival, y ya es decir.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Crónica Festival de Cine Fantástico de Sitges 2015 - 1ª parte



Una edición más del Festival de cine fantástico de Sitges ha acabado y tan solo restan dos para la número cincuenta. Una edición que se ha significado por acabar con uno de los problemas más acuciantes como han sido los retrasos, que en esta ocasión han sido puntuales. Aligerar el número de películas y habilitar la sala Tramuntana han sido decisiones cruciales y acertadas sin duda.

Sobre la calidad de las películas y como sabemos que cada uno tiene sus gustos, diré que desde mi perspectiva no ha habido películas sobresalientes y en su mayor parte el nivel ha sido regular e incluso mediocre. Esto no es una crítica a la programación de festival ya que es imposible encontrar tantas buenas películas, ya no solo de género, aunque si pienso que se debería limitar algo más tanta paja o incluso algunas propuestas que no deberían estar en Sitges.
 
Mi balance del festival ha sido el siguiente; 48 películas vistas, 3 de ellas de animación y 1 documental. Asiáticas he visto casi la mitad del total, 22, con Japón como país dominante con 10.

Mi top-12 es el siguiente:

  1 - The Invitation
  2 - Youth
  3 - SPL II: A Time for Consequences
  4 - Yakuza Apocalypse
  5 - Gangnam Blues
  6 - Green Room
  7 - Schneider vs. Bax
  8- Ryuzo and His Seven Henchmen
  9 - I Am a Hero
10 - Baahubali: The Beginning
11 - The Dead Room
12 - The Devil's Candy

En ésta primera crónica reseñaré las películas del top 12 de menor a mayor y en la segunda parte las películas asiáticas (excepto las reseñadas aquí):


Mirándose en el espejo de Rob Zombie, The Devil's Candy y su atmósfera malsana irrumpe con fuerza pese a irse deshinchando hasta arribar a un final algo desvirtuado. Pese a todo funciona y sorprende el rol de su protagonista, Ethan Embry, ya completamente alejado de sus papeles de finales de la década de los 90. Como otro punto negro está el desaprovechar al gran F. Murray Abraham y a su personaje que acaba simplemente siendo un cameo sin importancia.

De Nueva Zelanda llegaba The Dead Room, en principio una película puente para no quedarse en la calle y, si bien no inventa nada nuevo sobre el trillado tema de las casas encantadas, su factura técnica, su reparto completamente creíble y los sustos bien conseguidos acaba convirtiéndose en una de las sorpresas agradables del festival e incluso su final, a pesar de la previsibilidad, sobrecoge. Una buena película de una cinematografía prácticamente desconocida.


La locura india del festival tiene nombre, Baahubali: The Beginning, un festival de humor, acción, romance, mitología y traiciones de mano del director de la genial Eega. Una tragedia épica con presupuesto millonario y sazonada con las consabidas canciones y batallas irreales pero completamente preparada para hacer disfrutar al respetable. Obligatorio dejarse llevar por la película y el ambiente o se puede pasar mal. Esperamos desde ya la segunda parte para 2016.

En la época dorada de los zombies no podía faltar la aportación japonesa en forma de película. I Am a Hero, versión en imagen real de un famoso manga, nos hace seguir a un mangaka con una vida triste hasta su transformación en héroe a su pesar, gracias a su habilidad en el tiro de competición. Acompañado por una joven colegiala semi-zombie, sus aventuras volvieron loco al festival y más teniendo en cuenta su concidión de premiere mundial. Un disfrute al 100%.

Con Ryuzo and His Seven Henchmen, Takeshi Kitano, que se reserva un pequeño papel como policía, nos ofrece una crónica de unos yakuza ya retirados que desean volver a recuperar su forma de vida, pero qué se encuentran perdidos en un nuevo mundo y con nuevas maneras de hacer las cosas. Una crónica que al fin y al cabo se puede extrapolar al propio Kitano como director y es que su tiempo ya ha pasado y él es consciente de ello. A pesar de que aún puede hacer buenas películas, y ésta es prueba de ello, el fulgor del pasado ha desaparecido y solo queda el recuerdo en un mundo que cambia constantemente sus gustos. Un canto del cisne a una manera de ser y de hacer cine en una película muy personal.

Hace un par de ediciones, Borgman, fue galardonada con el premio a mejor película del festival. Su director Alex van Warmerdam volvió este año con Schneider vs Bax, un enfrentamiento entre dos asesinos a sueldo mucho más accesible que la anterior película pero envoltada de ese humor negro característico. Las interioridades y la vida privada de los asesinos interfiere en sus planes ofreciendo un novedoso punto de vista a este tipo de películas. 


Con la interesante Blue Ruin, Jeremy Saunier ofreció detalles interesantes que expande en una más accesible Green Room, odisea de un grupo musical en una gira de, literalelmente, supervivencia. Si bien es superior a su anterior película peca de cierta precipitación hacia el final con muchas ganas de dejarlo todo atado y bien atado. Su primera parte es arrolladora visual y violentamente con momentos gloriosos de cara al respetable. Un acierto poner al (casi) siempre afable Patrick Stewart en el rol de patriarca de los malos de la película. Y es que al final hay que tener cuidado de dónde y para quien se toca.

Una de las virtudes de las películas surcoreanas es qué a pesar de su caracter comercial suelen tener parte de crítica social hacia el modelo surcoreano que pasó a protagonizar uno de los más rápidos crecimientos económicos mundiales por lo que fue conocido el país como uno de los cuatro Tigres Asiáticos (junto a Taiwán, Singapur y Hong Kong). En este caso las especulaciones inmobiliarias que convirtieron las zonas rurales adyacentes a Seul en el vibrante distrito de Gangnam, uno de los más ricos de la ciudad y popular internacionalmente por la canción "Gangnam Stle" de Psy. Articulada en un thriller en el que dos hermanos acaban separados y en bandos diferentes, los juegos de traiciones y engaños llegaran hasta las máximas consecuencias. Algo farragosa en su desarrollo Gangnam Blues no deja de ser uno de lo thriller más potentes del año.


"Totó, me parece que ya no estamos en Kansas"... así se podría definir el recibimiento de Yakuza Apocalypse, el Miike más loco, el de sus inicios, el de las películas sin sentido. Si hace unos años eran jaleadas con locura, ahora cuesta encontrar apoyo, quizás por indolencia, quizás porque el momento ha pasado o Miike ha malacostumbrado con sus Hara-Kiri o derivados. Pero lo importante es que el bueno del japonés nos trae una experiencia lisérgica con vampiros yakuza, ranas luchadoras y cazavampiros estrafalarios entre los cuales tenemos al indonesio Yayan Ruhian, inolvidable Perro Loco de The Raid. Una imprescindible cinta a la que la pregunta ¿de qué va? puede ser respondida con un "no sé, pero da igual".

SPL, rebautizada como Duelo de dragones en su versión videográfica editada en España, se reveló como una gran cinta de acción con un binomio Wilson Yip (dirección) y Donnie Yen (en la acción) que siguió dando grandes momentos con la saga Ip Man. Acompañados por Simon Yam, Sammo Hung o Wu Jing aquella película se elevó por encima de la acción para construir una trama sin fisuras. Ahora llega la "segunda" entrega, y la razón del entrecomillado es no tener relación argumental ninguna con la primera. Repiten solo Simon Yam y Wu Jing,  con WIlson Yip en tareas de producción. Dirige con mano firme Soi Cheang con Louis Koo y Zhang Jin como villanos y sustituyendo a Yen la otrora estrella de Ong-Bak Tony Jaa. Mucho menos agraciada argumentalmente que la original, esta SPL 2 (que afortunadamente también tendrá distribución en España) ofrece un festival de mamporros y disparos al límite. Atención especial al plano secuencia en la cárcel, una auténtica gozada visual.

 

La segunda en el top es la típica película de prestigio pero que uno se pregunta que hace realmente en Sitges más allá del lustre. Se trata de Youth, la nueva propuesta del extraordinario Paolo Sorrentino que tras apabullar a gran escala con La gran belleza se internacionaliza con un trío protagonista de excepción; Michael Caine, Harvey Keitel y Rachel Weisz, acompañados de un eficaz Paul Dano. De nuevo nos encontramos con una reflexión sobre la vida, el vacío existencial y las decisiones tomadas, no siempre (o casi nunca) acertadas. Atención a ese humor que se apodera a ratos de la pantalla, en especial el que atañe al sosias de Maradona o al interés romántico del personaje de Weisz, el excéntrico escalador.

Y por una vez coincidí con el jurado y la que considero mejor del festival también recibió el premio a Mejor película. Y esa es The Invitation, ajustada, tensa, con el mal rollo en el cuerpo, imprevisible en su previsibilidad, una bomba de relojería... o no. Alejada del fantástico pero no del espíritu del festival y con uno de los mejores planos finales vistos hace tiempo en una sala de cine. Una película de la que no merece la pena contar nada y dejar que se disfrute y se descubra. Jamás Karyn Kusama (a falta de ver Girlfight) estuvo mejor, ahí están los engendros de Jennifer's Body y Aeon Flux para atestiguarlo.