domingo, 1 de marzo de 2015

Crónica Americana 2015 - 3ª parte

Se acabó la segunda edición del Festival Independiente de Cine Americano de Barcelona, el Americana, y primera a la que asisto. Una edición cuidada por parte de la organización y todos sus colaboradores que han conseguido crear un referente en este tipo de cine en la ciudad. En general, si bien mi relación con el "indie" estadounidense no es la mejor, la puedo catalogar de correcta desde el punto de vista cinematográfico con propuestas cuanto menos interesantes y tan solo un suspenso de las 14 que he visto durante el festival, pases de prensa, etc... Todo ello además de, lo más importante, poder reencontrarse de nuevo con amigos, tanto los que uno ve a menudo como a los que no. Y sin más preámbulos vamos con el pequeño repaso a las cinco últimas películas vistas del festival


El sueño americano también tiene su lado de pesadilla y en el documental Rich Hill tenemos buena cuenta de ello. Familias desestructuradas de ida y vuelta, enfermedades, abusos sexuales, coqueteos con las drogas, rebeldía. Todo dentro de un contexto social marginal de la llamada despectivamente por  parte de la sociedad "White Trash" (Basura blanca), gente de etnia blanca de bajos recursos y poca educación principalmente. Aquí seguimos a tres muchachos y sus respectivas familias bastante desgraciadas que no obstante y sin tratar de ser hiriente da la sensación de que los directores tocan el sensacionalismo pudiendo optar porqué la película fluya y buscando los peores momentos en cada situación. Interesante desde un punto de vista etnológico pero insuficiente desde el cinematográfico


Leland Orser es un secundario muy reconocible por los aficionados al cine estadounidense gracias a sus apariciones en multitud de películas si bien no de nombre seguro que si de apariencia. En esta ocasión su papel protagonista casi absoluto de la película (junto a la también conocida Mary Elizabeth Winstead) le otorga un plus con una actuación "fría" o "vigorosa" cuando lo requiere el personaje. Un experto en la psique humana con experiencia en desprogramar gente atrapada por las sectas y de capa caída acepta el encargo de unos padres para hacerlo con su hija. Pero atrapado por sus propios problemas personales y un duelo psicológico extremo descubrirá que quizás no es tan bueno.  Sin duda, Faults es una de las propuestas más estimulantes del festival en su concepción tal y como el argumento nos deja entrever, pero hacia el final, algo truculento por otra parte, comienzan a asomar los tics del cine "indie" que más me molestan y que aquí, por fortuna, no llegan a ser determinantes, quedando como simplemente anecdóticos. 


Enrevesada, loca y muy irregular es Wild Canaries, que combina el interés con el tedio y la intriga. En el edificio en el que vive una pareja no muy normal muere una vecina anciana. Todos creen que ha sido un accidente menos ella que imagina un asesinato por parte del hijo de la señora. A partir de ese momento comienza su propia investigación ayudada por la compañera de piso de la pareja en una trama que involucra además de a ellos al propietario del inmueble, su mujer, su amante y la exnovia lesbiana de su propio novio. Intento de comedia de equívocos, Wild Canaries puede presumir de tener momentos logrados con otros patéticos y al final quedar en tierra de nadie, entretenida pero excesivamente larga para lo que cuenta y, sobre todo, como lo cuenta llegando al aburrimiento al final de la cinta.



Las relaciones humanas siempre son complicadas y en la era tecnológica además más con la eclosión de internet, chats, páginas webs, redes sociales, han convertido el conocer gente en algo mucho más rápido y sencillo aunque sea desde la pantalla de un ordenador. Este es el caso, en The Heart Machine, de Cody que a través de una página web conoce a Virginia, neoyorquina como él y que se encuentra viviendo en Alemania durante unos meses. A través de esos meses, Cody comienza a sospechar que Virginia está en Nueva York y lo mantiene engañado comenzando una particular búsqueda para saber si es o no verdad. De nuevo a priori tenemos un argumento interesante que lamentablemente se desgasta conforme van pasando los minutos y lo que podría haber virado en múltiples direcciones acaba tomando el, en mi opinión, camino más fácil. No se puede decir que la película no tenga una buena factura e interpretaciones, es solida y correcta pero juega demasiado con la identificación de manera impostada y acaba pinchando en su desarrollo.


Y llegó la clausura del festival, que en un principio iba a ser Lost River, el debut en la dirección de Ryan Gosling y qué, según nos informó la organización, se cayó a última hora del festival por la negativa de Warner desde Estados Unidos a permitir su proyección pese al acuerdo con la distribuidora española, algo lamentable por parte de la productora estadounidense. En su lugar y a toda prisa, la escogida fue Selma, cuyo estreno español está previsto para el próximo 6 de marzo y que narra los momentos anteriores y posteriores a la marcha que transcurrió desde esa ciudad hasta la capital del Estado de Alabama, Montgomery, para reclamar que se cumpliera la ley del permiso de los negros al voto. Esa histórica marcha, que vino precedida de violencia estuvo encabezada por Martin Luther King, aquí encarnado de forma casi notable por David Oyewolo, actor británico cuyo trabajo imitando la forma de hablar de King es digno de mención. A pesar de no ser una gran película, lastrada en parte por ciertas elipsis y situaciones confusas, más enfocadas a un espectador estadounidense ampliamente conocedor de los hechos que a un neófito o poco conocedor, se ve agraciada por un reparto de campanillas que mantiene el tipo, con un Tim Roth sublime como hace tiempo que no se le veía. Asimismo la película toma cierta distancia y curiosamente se la podría acusar de algo blanda en lugar de lo más dura que podría haber llegado a ser. Una interesante película con una anécdota curiosa, en el documental Life Itsel, proyectado también en Americana Ava DuVernay, directora de esta Selma, hablaba de su relación con Ebert, al que conoció de niña y que luego apoyaría en su primera película como directora.